ALEITAMENTO MATERNO e uso de antibióticos no primeiro ano de vida. La lactancia materna se asoció con menor exposición a los antimicrobianos de primera y segunda línea, tanto a los 6 como a los 12 meses
Introducción
El uso prudente de antimicrobianos es importante en medicina, especialmente con la continua emergencia de microorganismos resistentes. El uso de antibióticos es mayor en niños, con hasta 53% de prescripción de antimicrobianos entre 0 y 4 años. La lactancia materna puede reducir la prescripción de antibióticos durante el primer año de vida. Diversos estudios demostraron los efectos protectores del amamantamiento en la disminución de las infecciones en los lactantes. Se observó menor incidencia de meningitis, sepsis y enfermedad neumocócica invasiva entre los niños amamantados con respecto a los alimentados con biberón. La lactancia materna también redujo los episodios de diarrea, las infecciones urinarias, respiratorias y las otitis medias recurrentes. El objetivo de este estudio fue determinar si en los lactantes amamantados hubo menor uso de antimicrobianos con respecto a los alimentados con fórmula láctea.
Material y métodos
Participaron del estudio los niños sanos, nacidos a término, que concurrieron entre enero y julio de 2000 a un centro médico militar para la realización de los controles de salud a los 6 y 12 meses. Los cuidadores completaron un cuestionario sobre las prácticas alimentarias, el uso de antimicrobianos y las variables demográficas tales como sexo, raza y hábito de fumar en el hogar, asistencia a guarderías, vacunación y número de niños en la casa. Se revisaron los registros farmacológicos computarizados del centro médico para cada lactante para determinar el número de prescripciones de antimicrobianos y la duración total del tratamiento. Los antibióticos se clasificaron como agentes de primera línea y de segunda línea.
Las autoras clasificaron los niños como alimentados principalmente con fórmula láctea (nunca amamantados, amamantados por menos de 2 meses o que recibían menos del 25% de la alimentación con leche materna) o con lactancia materna (amamantados por más de 2 meses en forma exclusiva o que recibían más del 75% de su alimentación como leche materna). Los lactantes que recibieron más del 75% de su alimentación como leche materna por más de 6 meses se incluyeron en el grupo de lactancia materna extendida.
En cuanto a la metodología estadística, el principal criterio de valoración fue la exposición al menos a un ciclo de antimicrobianos. Los criterios secundarios de valoración fueron la duración total de la terapia antibiótica y la exposición a agentes de segunda línea. Se aplicó el análisis de chi cuadrado para analizar las diferencias de la exposición antimicrobiana entre los lactantes amamantados versus los alimentados con fórmula láctea a los 6 y 12 meses, mientras que para valorar las diferencias en la duración total de la terapia antibiótica entre ambos grupos se utilizó la prueba de la t de Student de dos colas. El análisis de las variables demográficas se realizó mediante la prueba de chi cuadrado para variables categóricas y de la t de Student para las variables continuas a fin de detectar cualquier diferencia significativa entre los dos tipos de alimentación. Se consideró significativo un valor de p menor o igual que 0.05.
Resultados
Se completaron 587 cuestionarios en el período de estudio, de los cuales reunieron los criterios de inclusión 525; 279 correspondieron a lactantes de 6 meses de edad y 246 a aquellos de 12 meses al momento de realización del cuestionario. Doscientos ochenta niños (53.3%) fueron amamantados, 68 de los cuales (24.3%) recibieron lactancia materna extendida; mientras que 245 (46.6%) recibieron fórmula láctea. En los bebés con lactancia materna extendida, la media de la duración del amamantamiento fue de 10.5 meses. No hubo diferencias estadísticamente significativas entre los dos grupos de alimentación en cuanto a sexo, raza, hábito de fumar en el hogar, vacunación o asistencia a guarderías, aunque la raza afroamericana, la asistencia a guarderías y el hábito de fumar de uno o ambos padres alcanzaron significación estadística en el grupo de alimentación con fórmula láctea. El uso de antimicrobianos en todos los lactantes de este estudio fue alto, ya que 248 niños (47%) recibieron al menos un ciclo de terapia antibiótica.
La utilización de antimicrobianos fue significativamente más elevada en los lactantes alimentados con biberón comparados con los amamantados tanto a los 6 como a los 12 meses. La exposición acumulativa al menos a un ciclo de antimicrobianos a los 6 meses fue de 44.3% en el grupo de los niños alimentados con fórmula láctea versus 28% en los amamantados (p = 0.005), mientras que a los 12 meses fue de 71.5% y 50%, respectivamente (p = 0.0005). La media de la duración de la terapia antibiótica también fue significativamente mayor en los niños alimentados con biberón tanto a los 6 meses como a los 12 meses en comparación con los amamantados. El uso de antimicrobianos de segunda línea fue menos frecuente en toda la población estudiada con respecto a la exposición antibiótica global, pero aun así fue común (n = 101, 19%).
La utilización de antimicrobianos de segunda línea también fue más frecuente en los bebés alimentados con biberón comparada con los amamantados tanto a los 6 meses como a los 12 meses. A los 6 meses, el 19% de los niños alimentados con fórmula láctea recibieron antibióticos de segunda línea en comparación con sólo 5.5% de los bebés amamantados (p = 0.004). La diferencia persistió a los 12 meses, con 36.9% de los lactantes alimentados con biberón que recibieron al menos un ciclo de antimicrobianos de segunda línea con respecto al 19% de los amamantados (p = 0.002). La lactancia materna extendida se asoció significativamente con menos exposición a los antibióticos en comparación con los otros niños de 12 meses (amamantados previamente y aquellos que recibieron fórmula láctea). Tanto la exposición al tabaco en el hogar y la asistencia a guarderías fue significativamente más prevalente en el grupo de lactancia materna no extendida.
Aun luego del control por factores de confusión como el hábito de fumar en el hogar y la asistencia a guarderías, la lactancia materna extendida se asoció con menor exposición a los antibióticos (p = 0.001). La media del número de días de tratamiento antimicrobiano fue también significativamente menor para los bebés con lactancia extendida comparado con los otros (6.36 días versus 13.67 días, respectivamente, p = 0.001). Si bien los niños que recibieron lactancia materna extendida tuvieron menos exposición a los antibióticos de segunda línea con respecto a los otros bebés (13.5% versus 26.2%, respectivamente), el tamaño de la muestra no fue lo suficientemente grande como para demostrar significación estadística.
Discusión
Comentan las autoras que su estudio demostró que los niños amamantados tuvieron menor exposición global a los antimicrobianos, así como a los antibióticos de segunda línea en comparación con los bebés alimentados con fórmula láctea, tanto a los 6 meses como a los 12 meses. Destacan que su ensayo fue uno de los pocos que analizó los efectos del amamantamiento en el primer año de vida y que demostró que la lactancia materna extendida puede ser beneficiosa. La reducción en la media del número de días de tratamiento antibiótico con el amamantamiento puede ser una importante forma de disminuir la exposición de los niños a microorganismos resistentes. Además, la reducción en la exposición a los antibióticos, especialmente los de segunda línea, con la lactancia materna podría disminuir los costos relacionados con el sistema de salud.
Como limitaciones de su ensayo señalan: su naturaleza de tipo transversal y que los resultados surgidos de una población militar pueden no ser aplicables a otras poblaciones.
Conclusión
La lactancia materna se asoció con menor exposición a los antimicrobianos de primera y segunda línea tanto a los 6 como a los 12 meses. También se demostraron beneficios con la extensión del amamantamiento por más de 6 meses. Estos resultados avalan los efectos protectores y económicos de la lactancia materna. El amamantamiento podría ser una intervención efectiva frente al abuso de antimicrobianos y la potencial adquisición de microorganismos resistentes.